Resistencia a los antibióticos:
cuando la solución es el problema
A raíz de la crisis del coronavirus han aparecido muchos artículos periodísticos y científicos alertando de que la resistencia antibiótica podría ser la causa de la siguiente crisis sanitaria global. Y no es ninguna tontería, llevamos muchos años cultivando este problema y llegará un momento en que empecemos a recoger los amargos frutos.
Pero si los antibióticos no son malos, ¿cuál es el problema?
El uso del primer antibiótico – la penicilina, descubierta por Alexander Fleming en los años 1920 – fue toda una revolución en la medicina que salvó muchas vidas. Desde entonces, el uso extensivo de los antibióticos ha hecho que cada vez encontremos más dificultades para tratar ciertas enfermedades infecciosas, dado que muchas poblaciones bacterianas han desarrollado resistencia a los antibióticos usados hasta ahora.

Sir Alexander Fleming, descubridor de la penicilina.
¿El problema lo hemos ocasionado nosotros?
En parte sí, en parte no. Nos explicamos: la resistencia a los antibióticos no se crea solo por el uso repetido de los antibióticos, también entra en juego la capacidad de las bacterias para adaptarse. A medida que hemos extendido el uso de los antibióticos, las bacterias que son resistentes a estos antibióticos han ido seleccionándose, mientras las bacterias sensibles han ido desapareciendo. De esta manera, muchas poblaciones bacterianas están formadas enteramente por bacterias a las que ya no les afectan los antibióticos.
¿Llegará un momento en el que los antibióticos no sirvan para tratar las infecciones?
Es difícil contestar a esta pregunta con seguridad, pero lo más probable es que sí, llegará un punto en el que todas las especies bacterianas tiendan a ser resistentes a los antibióticos actualmente en uso. Por eso se están estudiando métodos alternativos para tratar infecciones recurrentes que ya no responden a los tratamientos antibióticos convencionales.
Los tratamientos del futuro
Una de las alternativas es el uso de trasplantes fecales para tratar y prevenir infecciones recurrentes. Este tratamiento funciona desplazando a las poblaciones bacterianas patogénicas y sustituyéndolas por otras beneficiosas para nuestro organismo. Otra alternativa es el uso de anticuerpos pequeños dirigidos contra los patógenos (virus, bacterias, hongos, etc.) que activan nuestro sistema inmune, provocando su destrucción. Estos son los llamados anticuerpos de dominio único, y se está estudiando su viabilidad para el tratamiento, mediante vía oral, de infecciones gastrointestinales.
De momento sigue siendo mejor prevenir que curar
Ante la actual falta de alternativa a los antibióticos, lo mejor es evitar usarlos a no ser que sea estrictamente necesario. Está claro que es más fácil decirlo que hacerlo, pero tenemos que ser conscientes de que hay veces que las infecciones son evitables. Para intentar prevenirlas podemos empezar por tener una vida activa y una dieta sana y equilibrada que favorezca una microbiota variada y beneficiosa en todo nuestro cuerpo. ¡Descubre como nuestros análisis genéticos te pueden ayudar a conseguirlo!
Referencias:
https://www.cell.com/trends/biotechnology/pdf/S0167-7799(23)00033-1.pdf